
Konglomerationen und Sehnsuchtsorte – Conglomeraciones y lugares de anhelo
Conglomeraciones y lugares de anhelo – sobre conglomeraciones sociales e híbridas en la estructura marginal de un Puerto
La teoría de la “conglomeración” de Bernhard Rathmayr, Helga Peskoller, Maria A. Wolf (2009) se refiere a una “estructura de experiencias en parte homogéneas, en parte heterogéneas, en parte contradictorias, que permiten una existencia que sostiene la vida a través de prácticas cotidianas de salvaguardia”. Estas prácticas sirven para responder y hacer frente a las demandas cotidianas y para formar una capacidad de carga subjetiva, temporal, cognitiva y emocional de las experiencias, actitudes, juicios y decisiones asociadas a ellas.
“Conglomerado” significa la seguridad de vida producida fácticamente por los individuos sociales ante la inseguridad que provocan los procesos de transformación social. Esta biosis resulta de la forma en que se responde a las demandas contradictorias en la vida cotidiana de manera práctica.
La “identidad” y la “subjetividad” ya no se conciben como una armonía ideal de la autoformación moral-humanista -por muy elaborada que sea-, sino que se pueden conceptualizar e indagar empíricamente como una mezcla cotidiana de elementos heterogéneos que aglutinan tanto elementos morales-humanistas como inmorales-inhumanistas. Las tendencias antisociales a los prejuicios, a las imágenes enemigas y a las tendencias de desvalorización, a la persecución cotidiana y política, que existen en prácticamente todas las sociedades junto a los comportamientos prosociales, se conciben así como componentes integrales de las identidades cotidianas “normales” en lugar de como “comportamientos desviados” y pueden tratarse políticamente.
Los individuos modernos aseguran su certeza de vida, por así decirlo, con todos los medios útiles, socialmente constructivos y también socialmente destructivos: no sólo mediante actos de identificación, sino también mediante actos de “alienación” y distanciamiento, no sólo mediante la afiliación, sino también mediante el rechazo. En las sociedades con poca identidad, las personas necesitan identificaciones destructivas para establecer una seguridad pragmática en la vida, no sólo la humanidad de los compañeros, sino también la contrahumanidad.
La contradicción y la fragilidad inmanentes de estos conglomerados requieren prácticas de cobertura persistentes para la conglomeración cotidiana de elementos no homogéneos. Su incoherencia e inhomogeneidad estructural ofrece, por tanto, puntos de partida para conexiones específicas con tecnologías de la conciencia de todo tipo. La seguridad de la vida práctica se compone tanto de mundos imaginarios como de experiencias y prácticas reales.
La perspectiva que guía estas preguntas y supuestos se expresa en la metáfora del CONGLOMERADO: Al igual que las sustancias geológicas muy diversas y mezcladas al azar se unen en esta forma de roca bajo presión física para formar una forma finalmente estable, los individuos modernos pueden conseguir, bajo presión social, formar conglomerados adecuados para la vida cotidiana a partir de la mezcla heterogénea de las especificaciones sociales, que ya no están hechos del granito de los modelos de conducta tradicionales, sino que tampoco se pierden en los escombros de la arbitrariedad moderna, sino que unen cosas diversas para formar solidaridades temporales y cotidianas. ”
(de Conglomeraciones – Producción de certezas en la vida cotidiana – Wolf, Rathmayr, Peskoller 2009)
Si trasladamos ahora la metáfora sociológica del conglomerado al espacio construido de la ciudad, nos damos cuenta de que estos conglomerados también existen aquí.
En Montevideo, se manifiestan sobre todo en la estructura marginal entre el puerto y la ciudad. En esta mezcla híbrida entre la inaccesible máquina portuaria global y los flecos podridos de la estructura urbana, surge una sopa primordial de fragmentos aparentemente contradictorios: centrales eléctricas tóxicas junto a pitorescos parques infantiles, pistas de tenis entre favelas y máquinas monstruosas, parques de atracciones junto a refinerías de petróleo, prados de picnic junto a vertederos, etc.
Estos componentes contrastados forman el conglomerado reactivo de realidades fragmentadas. Un collage de no-lugares y lugares de anhelo. Un popurrí de aparentes opuestos y al mismo tiempo un espacio de posibilidad para nuevas recombinaciones antes impensables. ¿Evolución o (R)evolución? ¿Alejamiento o resistencia?
El anhelo de las personas en medio de esta sopa primordial conduce a momentos y acciones absurdas:
Los pescadores capturan peces y los devuelven al agua. Las familias disfrutan de la puesta de sol en un picnic entre apestosos montones de basura y tiran su basura con ellos. Los niños se balancean despreocupadamente en el campo magnético y en el ensordecedor sonido del zumbido de la central eléctrica. Lugares imaginarios de añoranza como islas de felicidad en medio de un entorno contaminado y casi hostil a los humanos.
Por otro lado, el puerto global crece como un monstruo mecánico, abriéndose paso en ambas direcciones: La recuperación de tierras mediante la terraformación hacia el agua, el consumo de tierras mediante la tala hacia la ciudad. Para los habitantes de la ciudad, la relación original con el agua del puerto está desapareciendo gradualmente. La base evidente de la existencia de los puertos públicos de las ciudades se sacrifica a la máquina global.
¿Y el conglomerado? En el peor de los casos, la mezcla se endurece, se vuelve más impermeable. ¿Los fragmentos activos de la sopa primordial se solidifican en inclusiones cristalinas, se convierten en reliquias inaccesibles antes de desaparecer por completo?
Konglomerationen und Sehnsuchtsorte – über soziale und hybride Gemengelagen im Randgefüge eine Hafens
Die
Theorie der»Konglomeration« von Bernhard
Rathmayr, Helga Peskoller, Maria A. Wolf (2007) bezeichnet ein „Gefüge teils
homogener, teils heterogener, teils widersprüchlicher Erfahrungen, die durch
alltägliche Ent- und Absicherungspraktiken eine lebenstaugliche Existenz
ermöglichen. Diese Praktiken
dienen der Beantwortung und Bewältigung alltäglicher Anforderungen und der
Bildung einer subjektiv empfundenen, temporären, kognitiven und emotionalen
Tragfähigkeit der mit ihnen verbundenen Erfahrungen, Einstellungen, Urteile und
Entscheidungen.
»Konglomeration«
bedeutet die faktisch von den gesellschaftlichen Individuen hergestellte
Lebenssicherheit angesichts von Unsicherheit provozierenden gesellschaftlichen
Transformationsprozessen. Diese Biose
resultiert aus der Art und Weise, wie widersprüchliche Anforderungen im Alltag
lebenspraktisch beantwortet werden.
»Identität« und »Subjektivität« wird nicht mehr als eine – wenn auch noch so aufwändig – herzustellende ideale Harmonie moralisch-humanistischer Selbstbildung gedacht, sondern kann als alltagsbedingte Gemengelage heterogener Elemente konzipiert und empirisch nachgefragt werden, die moralisch-humanistische ebenso wie unmoralisch-inhumane Elemente aneinander bindet. Die in so gut wie allen Gesellschaften neben prosozialen Verhaltensweisen vorhandenen antisozialen Tendenzen zur Vorurteilsbildung, zu Feindbildern und Abwertungstendenzen, zu alltäglicher und politischer Verfolgung werden so als integrale Bestandteile »normaler« Alltagsidentitäten statt als »abweichendes Verhalten« konzipiert und politisch bearbeitbar.
Moderne
Individuen sichern ihre Lebensgewissheit sozusagen mit allen brauchbaren,
sozial konstruktiven wie sozial destruktiven, Mitteln ab: nicht bloß durch Akte
der Identifi- kation, sondern ebenso durch Akte der »Alienation« und der
Distanzierung, nicht bloß durch Anlehnung, sondern ebenso durch Ablehnung. In
identitätsarmen Gesellschaften benötigen die Menschen destruktive Identifikationen
zur Herstellung einer pragmatischen Lebenssicherheit, nicht bloß
Mitmenschlichkeit, sondern auch Gegenmenschlichkeit.
Die immanente Widersprüchlichkeit
und Fragilität dieser Konglomerate bedarf anhaltender Absicherungspraktiken zur
alltäglichen Konglomerierung inhomogener Elemente. Deren strukturelle Inkonsistenz
und Inhomogenität bietet so Ansatzpunkte für gezielte Anknüpfungen an
Bewusstseinstechnologien aller Art. Praktische Lebens-sicherheit setzt sich aus
imaginären Vorstellungswelten ebenso wie aus realen Erfahrungen und Praktiken
zusammen.
Der diese Fragestellungen und Annahmen leitende Blickwinkel kommt in der Metapher des KONGLOMERATS zum Ausdruck: Wie höchst unterschiedliche, zufällig vermischte geologische Substanzen in dieser Gesteinsform unter physischem Druck zu einer letztlich stabilen Form verbunden werden, so könnte es modernen Individuen unter gesellschaftlichem Druck gelingen, aus dem heterogenen Gemisch gesellschaftlicher Vorgaben alltagstaugliche Konglomerate zu bilden, die nicht mehr aus dem Granit traditionaler Rollenbilder gefügt sind, aber sich auch nicht im Geröll moderner Beliebigkeit verlieren, sondern Vielfältiges zu temporären und alltäglichen Festigkeiten zusammenfügen.“
(aus Konglomerationen – Produktion von Sicherheiten im Alltag – Wolf, Rathmayr, Peskoller 2009)
Überträgt man nun die soziologische Metapher des Konglomerats in den gebauten Raum der Stadt, erkennt man, dass auch hier diese Konglomerate existieren.
In Montevideo manifestieren sie sich vor allem auch im Randgefüge zwischen Hafen und Stadt. In dieser hybriden Gemengelage zwischen der unzugänglichen globalen Hafenmaschine und den faulenden Randbereichen der Stadtstruktur entsteht eine Ursuppe aus scheinbar gegensätzlichen Fragmenten: toxische Kraftwerke neben pitoresken Kinderspielplätzen, Tennisplätze zwischen Favelas und Monstermaschinen, Freizeitparks neben Ölraffinerien, Picknickwiesen neben Müllhalden etc.
Diese kontrastierenden Bestandteile bilden das reaktive Konglomerat fragmentierter Realitäten. Eine Collage aus Unorten und Sehnsuchtsorten. Ein Potpourri aus scheinbaren Gegensätzen und gleichzeitig ein Möglichkeitsraum für neue, vorher undenkbare Rekombinationen. Evolution oder (R)evolution? Lethargie oder Resistenz?
Die Sehnsucht der Menschen inmitten dieser Ursuppe führt zu absurden Momenten und Handlungen:
Fischer fischen Fische und werfen sie zurück ins Wasser. Familien genießen den Sonnenuntergang beim Picknick zwischen stinkenden Müllhaufen und werfen ihren Müll dazu. Kinder schaukeln sorglos im Magnetfeld und im ohrenbetäubenden Dronesound des Kraftwerkes. Imaginäre Sehnsuchtsorte als Inseln der Glückseeligkeit inmitten einer fast schon menschenfeindlichen kontaminierten Umgebung.
Auf der anderen Seite wächst der globale Hafen wie ein mechanisches Monster, bahnt sich seinen Weg in beide Richtungen: Landgewinnung durch Terraforming zum Wasser hin, Flächenfraß durch Kahlschlag zur Stadt hin. Für die Menschen der Stadt verschwindet der ursprüngliche Bezug zum Wasser des Hafens nach und nach. Die selbstverständliche Existenzgrundlage öffentlicher Stadthäfen wird der globalen Maschine geopfert.
Und das Konglomerat?
Im schlimmsten Fall härtet das Gemenge aus, wird undurchlässiger. Die aktiven Fragmente der Ursuppe erstarren zu kristallinen Einschlüssen, werden zu unzugänglichen Relikten, bevor sie gänzlich verschwinden?
Fragment 1 Konglomerat 1 Fragment 2 Konglomerat 2 Fragment 3 Konglomerat 3 Fragment 4 Konglomerat 4 Fragment 5 Konglomerat 5 Fragment 6 Konglomerat 6 Fragment 7 Konglomerat 7